Para todo recién nacido resulta esencial establecer con sus figuras más significativas un vínculo de apego, en el cual experimente proximidad, intimidad, calidez, afecto, continuidad y satisfacción, ya que esto tiene implicancias en el desarrollo somato-psíquico desde el nacimiento hasta la adultez.
Por lo contrario, los bebés a quienes se les suministra cuidados de forma anónima, en ausencia completa de una figura de apego y sin que se establezca una relación vincular estrecha e íntima, manifiestan alteraciones en el desarrollo, en la adaptación al medio ambiente, disminución de la resistencia a las enfermedades y síntomas más graves que, René Spitz (1961) agrupó bajo el nombre de hospitalismo.
En este sentido todas las familias, incluso aquellas que están atravesando una situación crítica tal como la internación de un hijo en el servicio de Neonatología, tienen aportes esenciales e intransferibles para desplegar en el cuidado de su hijo. La interacción de un bebé con la madre, particularmente el contacto “piel a piel” (CoPaP) hace una diferencia significativa en el desarrollo de la estructura cerebral y su funcionamiento.
Sin embargo, cuando la complejidad que presenta un recién nacido prematuro impide el CoPaP, la cercanía sostenida con la figura de apego, la comunicación afectiva única y el intercambio emocional que van construyendo ocupan un lugar tan valioso como el del contacto físico.
Es por ello que el equipo de salud velará tanto por los cuidados y necesidades del bebé internado como por los de su familia, ofreciendo información, asistencia, tutoría, contención, confianza, entre otros. De este modo se constituirá una red, una sociedad de cuidados en la que se respeta equitativamente a todos los miembros que la componen, profesionales de la salud y familiares, y se apoya a los padres para el logro de esta tarea durante el tránsito de su bebé en neonatología. Este tipo de práctica ha tenido éxito en Estonia y en Canadá, y está siendo introducida en los Estados Unidos de Norteamérica.
Ahora bien, el nacimiento de un hijo prematuro añade una crisis situacional a la crisis vital y evolutiva esperable de la maternidad/paternidad. Esta situación, de gran impacto emocional con características disruptivas por lo inesperado y sorpresivo, muchas veces cohabitando la vida con la muerte, enfrenta a las familias a una doble crisis y obstaculiza el proceso por el cual la celebración del nacimiento les otorga identidad de padres. Esto se debe a la imposibilidad de desplegar los comportamientos esperables de maternaje y paternaje, sobre todo por la ausencia del hijo a su lado.
La vulnerabilidad de los recién nacidos prematuros y la necesaria internación en neonatología, introduce a los padres en un contexto de urgencia, del sonido ininterrumpido de los monitores, de un hijo conectado a vías, cables y equipos en un lugar muy diferente de lo que habían planeado. Los confronta a circunstancias como un embarazo acortado, un nacimiento o quizás una lactancia “ideal” que no pudo ser, una separación inicial, muchas veces sin poder ver ni tocar a su hijo, con internaciones de larga duración, y con un bebé percibido en estado de gravedad con riesgo de anomalías, secuelas o incluso muerte.
"La experiencia repetida de encuentros amorosos entre la madre, padre y su hijo genera una comunicación invisible, a modo de estados mentales compartidos que les permite conocerse en profundidad. De esta manera, los padres podrán ir entendiendo y traduciendo sus necesidades, sostener emocionalmente sus llantos, tolerarlos, comprender sus ansiedades, otorgar sentido a la experiencia, reparar, recrear, volver a generar expectativas, ensayar sus roles, otorgarle lugar dentro de la trama familiar, y el bebé mantendrá un sentimiento global de seguridad con el cual atravesar su situación vital y desplegar su potencial. Es responsabilidad del equipo profesional favorecer este tipo de encuentros y el contacto para que el hermetismo de la incubadora sea un obstáculo a sortear, pero no un inhibidor de la consolidación del vínculo temprano."
El riesgo que esto conlleva es que estos padres experimenten niveles altos de estrés emocional y económico, depresión, ansiedad, incertidumbre significativa sobre el futuro de su bebé e incluso trastorno de estrés postraumático. Sin embargo, cuentan también con un recurso de fortaleza y optimismo que puede convivir con su preocupación constante: la esperanza. Es importante reconocer que la experiencia en neonatología no es uniforme y difiere según cada familia.
Ahora bien: debido a que la familia es esencial e irremplazable para brindar un cuidado individualizado que proteja el neurodesarrollo de su hijo, ayudarlas a lograr una experiencia positiva de su estadía en la UCIN debe ser una prioridad para el personal sanitario. Es parte de esta modalidad de atención promover intervenciones que apoyen tanto al bebé como a la unidad familiar.
"El concepto de “sociedad de cuidado con los padres” en la UCIN propone una filosofía que reconoce el lugar protagónico de la familia, considerándolos miembros esenciales y socios activos del equipo de cuidado de su bebé (no meros “visitantes”), con acceso sin restricciones horarias y asumiendo que tienen la mayor influencia sobre la salud y el bienestar de su hijo."
Si asumimos que son los principales sostenes del bebé prematuro, pero que al mismo tiempo están atravesando una situación de gran vulnerabilidad, entenderemos que para poder contener a su hijo es necesario ser contenidos por otra instancia. La institución con miras a un plan integral de cuidados neonatales, cumple la función de sostén de estos padres con el propósito de reforzar sus recursos. Es indispensable el rol del psicólogo perinatal trabajando en conjunto dentro de UCIN para brindar apoyo psicosocial a estas familias, acompañamiento, escucha activa para procesar su conmoción, ira y dolor, así como detectar tempranamente posibles alteraciones psicoemocionales y derivar oportunamente.
Es importante tener presente que la angustia materna temprana en la vida de un bebé puede tener efectos a largo plazo sobre su comportamiento.
La atención individualizada del desarrollo del bebé prematuro integrando a la familia como miembro esencial del equipo de cuidados aporta beneficios tales como mayor satisfacción para los padres y para el personal en su labor diaria, menores niveles de estrés, mayor nivel de tolerancia y espera para pedir y recibir información, se reducen los plazos de estadía en la internación, y mejoran los resultados del desarrollo neurológico de los bebés.
Una investigación sobre sociedad de cuidados con los padres en UCIN (Cleveland, 2008) identificó ciertas necesidades expresadas por los padres que tenían un bebé internado en Neonatología:
• que les ofrezcan información precisa,
• que los incluyan en el cuidado de su hijo,
• que les permitan el contacto con su bebé,
• ser percibidos positivamente por el personal de enfermería y
• ser atendidos de manera cálida e individualizada.
Asimismo, se identificaron cuatro conductas de enfermería para ayudar a los padres a satisfacer estas necesidades:
• apoyo emocional,
• empoderamiento de los padres,
• un ambiente acogedor con políticas para la unidad sobre el apoyo y la educación de los padres, junto con
• la oportunidad de practicar nuevas habilidades a través de la participación guiada.