Tendrá dos “figuras de apego” que le miman, hablan, cuidan y alimentan cada una a su modo. Esta diferencia en el trato le beneficia. Y gracias a tu vinculación temprana, será más fácil que luego entren en su vida otras figuras de apego: los abuelos, la niñera, algún amigo fiel, su profe...
Contará con alguien a su lado en quien puede confiar y de quien recibe ayuda y mimos (también los necesita ella, no solo el niño).
Ser capaz de cuidar al bebé tan bien como la madre, pero con tu estilo de padre, te hará sentirte útil y más implicado con la familia.